Leé un fragmento de “Aira o muerte”, la primera novela de Daniel Mecca

En Aira o muerte, la primera novela de Daniel Mecca, un periodista descubre que el escritor César Aira dirige una organización política que entrena clandestinamente dobles, “Airas”, con el propósito de ganar el Premio Nobel de Literatura. Con un ritmo intertextual en la prosa, bajo cadencias de humor y delirio, el narrador se meterá en esa trama con un plan que desembocará desde el estado de sitio en Argentina y piquetes donde leen libros de Aira en el Puente Pueyrredón hasta en una conspiración intrigante en la sede de la academia sueca y ese tenaz objetivo de instaurar la República Legibreriana.
Compartimos un fragmento de la novela:
A los pocos días recibí un mensaje que pegaron en la puerta de mi departamento. Habían tocado el timbre pasada la medianoche. No tocaron el timbre de abajo, el del portero que da a la calle, sino el de la puerta de mi casa que tiene un sonido más estridente. Quién es, pregunté. Hubo silencio del otro lado, luego un ruido fugaz y unos pasos que se retiraban maratoneando el pasillo. Quién carajo es, insistí, ya hostil, la voz engallada, exagerando una pose altanera, una mirada Marlowe. Pero a quién iba a engañar: tenía un miedo que ni te cuento, hermano. Miré por la mirilla. Nadie. Nada. Esperé unos minutos y abrí la puerta con cautela, con una lentitud de asomo como si estuviera en una trinchera y del otro lado hubiera una Browning primera guerra mundial. Me asomé y miré como un periscopio de submarino. Miré, rapaz, para ambos lados del pasillo, los ojos búhos, el pálpito caliente. Allá, acá, los ojos, arriba, abajo, allá, los ojos, más allá, acá. Acá no. No. No había nadie en el pasillo. Sin embargo, en la puerta de mi casa, del lado de afuera, sí había una nota, una hoja suelta sujeta precariamente con cinta scotch. Estaba escrita como en las películas, letras recortadas de los diarios, mayúsculas, minúsculas, imprentas, colores de toda la longitud de onda (te debo, Rimbaud, el color de estas vocales), letras que iban formando una oración, oración más temible a medida que se iba formando en la sucesión de la lectura, tal el lenguaje que es un futuro sin ley. Léase la primera línea: “A”, “i”, “r, “a”, cuatro letras, del latín “Rajá, turrito, rajá”. Léase la segunda línea: “o”, conjunción disyuntiva, decimosexta letra del abecedario. Léase la tercera línea: “m”, “u”, “e”, “r”, “t”, “e”, del latín mors, mortis, del borgismo “hoy es el término”. Todo junto, entonces: Aira o muerte, tres líneas, como si fuera un poema. Un haiku mafioso. Al fin me encuentro con mi destino.
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- Autor/es:
- Daniel Mecca
- Editorial/es:
- La Conjura