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Enrique Pezzoni: magia y cirugía de la literatura argentina

Enrique Pezzoni: magia y cirugía de la literatura argentina

Por Daniel Mecca (@danielmecca)

Decía Luis Chitarroni que en los tempranos setenta había que tener el oído aguzado para oír la voz de Enrique Pezzoni, pero si uno prestaba atención suficiente, se oía. Que encontrar a Pezzoni era oír precisamente su voz, una voz afable, histriónica, atrevida, sabia: “Sentarnos a oír ahora que todo lo importante y lo bello y lo extraño parecen no tener identidad para quedarse”. Lo extraño, lo bello, lo importante.

El propio Pezzoni definía: “El crítico oye las voces del texto, elige unas a expensas de otras, las une por simpatías y diferencias a las que oye surgir de otros textos. Ese concierto que organiza una literatura (de un momento, de un espacio) y también es la literatura”. Lo expresará así en las primeras páginas del libro El textos y sus voces, reeditado por Eterna Cadencia, y único libro que publicara en vida. Tiene todo el sentido: toda biografía de la literatura, como señaló el propio Pezzoni, es también una autobiografía.

Allí hablará por ejemplo, cómo no, brillantemente, de Borges. Lo hace brillar más. Dirá: “La literatura de Borges puede suscitar oscuros rechazos -quizás con más eficacia que los elogios de sus admiradores- ese poder suyo de dominación”. Y también, sobre el libro Fervor de Buenos Aires de 1923: “El primer Borges constituye un espacio de oposiciones que el de un sujeto para siempre proyectado hacia la exaltación (de sí, del otro, de lo otro)”. Agrega: “Divinización y simultáneamente rechazo: fervor por y contra”.

Pezzoni analizará el primer Borges como un poeta que rechaza lo declarado caduco, pero no rechaza todo pasado: “Hay siempre un momento anterior redimido por el solo ademan vanguardista que, al señalarlo, le otorga sentidos imprevistos, los reinventa”. De este modo -observa el crítico- el autor de Ficciones condena y redime el pasado en un mismo arrebato. En resumen, se trata de no la añoranza, pero la literatura antigua. 

En este libro son objeto de su estudio, además, Roberto Arlt (“Arlt provoca al lector crítico: lo suscita desafiándolo”), Alberto Girri, Julio Cortázar, Felisberto Hernández, Silvina Ocampo, Leopoldo Marechal, Adolfo Bioy Casares y Octavio Paz, entre varios otros. 

Octavio Paz, por ejemplo, le permitirá analizar la piel de la poesía: “La ilusión del tiempo y del espacio -si podemos llamarla ilusión- no está hecha para desaparecer de nuestras vidas. Tampoco del lenguaje, cuya índole proviene de la sucesión y la distancia. Pero los poetas están hechos para rebelarse, con el lenguaje, contra esas tiranías”. 

Como decía el propio poeta mexicano: la poesía es nuestro único recurso contra el tiempo rectilíneo. Las críticas de Enrique Pezzoni -magia y cirugía de la literatura- también.

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