Por Daniel Mecca (@danielmecca)

La editorial argentina Nocturna Editora viene haciendo un trabajo delicado en torno a la obra de la francesa Anne Dufourmantelle (1964-2017), doctora en filosofía de la Universidad de la Sorbonne, miembro de la Le Cercle Freudien en París y autora de numerosos ensayos, conversaciones con otros pensadores, relatos clínicos, novelas, crónicas filosóficas. Hay que conocer a Anne Dufourmantelle. Leerla, como en un sueño.

Precisamente, el libro Inteligencia del sueño: fantasmas, apariciones, inspiración, de noviembre de 2020 -en una edición que recupera además la estética del objeto libro- se mete en esa materia invisible de las noches, la potencia fantasma del cierre de los ojos.

Dirá Anne Dufourmantelle, entonces, que el sueño es pura inteligencia; que tal vez soñamos para sabernos sobrevivientes; que el sueño es un futuro anterior; que el tiempo es como la sangre del sueño, reuniendo el espanto y la fascinación entre dudas maravillosas.

Este texto se organiza en ideas que hacen frontera entre el psicoanálisis, la filosofía y la prosa poética. Cada sueño, dice la autora parisina, es una línea de combate, una guerra desconocida, a la cual hay que ir a su encuentro. Algo similar a lo que planteaba el gran poeta argentino Mario Trejo: “El mejor modo de esperar es ir al encuentro”. Con Dufourmantelle podríamos parafrasear ese verso y decir: el mejor modo de soñar es ir hacia al sueño. Por algo el sueño es una escritura.

Soñar nos lleva a una arquitectura de deseos narrándose en lugares inesperados; a descubrir como niños los orígenes para siempre perdidos.